Querido diario...

 Aha... este articulo fue tomado de un muy buen libro llamado "Mangavisión, guia del cómic japones" el cual es una muy buena e ilustrativa (sin mencionar amena, te lo acabas sin darte cuenta) lectura. Como han de notar (si es que lo leen) el librito es español (osea, de España), por lo cual algunas palabrejas les han de soñar extrañas, pero solo recuerden que para ellos un "tebeo" significa para nosotros "revista" y ya lo demas debe de resultar inteligible... ¡disfrutenlo! (y si les gusta, ¡comprenlo!).

Mangavisión, guia del cómic japones
Autor: Trajano Bermudez
Ediciones Glénat

Un tebeo del tamaño de la guía telefónica

  Lo primero que le llama la atención al principiante curioso que se acerca al comic japonés es la manera en que este se presenta físicamente. Hay algunas diferencias culturales en la forma (la lectura se efectúa de derecha a izquierda, tanto en el orden de las viñetas como en el de los bocadillos y, por lo tanto, los tebeos se encuadernan por la derecha) cowboy bebopy hay algunas diferencias materiales. En Europa la costumbre es publicar historietas serializadas en revistas y recopilar despues los de mas éxito en álbumes. En Estados Unidos se sigue el sistema del comic book, que son cuadernillos mensuales con personaje fijo, y raramente se recojen en libro. Japón, en cierta manera, se aproxima a la idea europea, pero con su propio y mayusculo estilo. Las revistas japonesas tambien publican series por entregas, pero la semejanza entre una revista europea y una nipona acaban ahí. En japón es fundamental la cantidad, y asi las revistas (que pueden ser semanales o mensuales) oscilan entre las 300 y las 1000 paginas por ejemplar (en Europa es extraordinario que una revista mensual se aproxime a las 100). Estas revistas resultan imposibles de coleccionar, a menos de que se disponga de varias naves industriales libres con ese proposito, y en un pais tan pequeño como Japón, que tiene mas de 125 millones de habitantes, el espacio es un bien valiosisimo. Por lo tanto, las revistas acaban en el cubo de la basura una vez leidas, aunque, eso sí, cada ejemplar pasa por las manos de al menos tres o cuatro personas. Se imprimen en blanco y negro, y con una calidad de reproducción bastante lamentable, por lo general. El papel que utilizan es paupérrimo, y ni siquiera es siempre blanco, por lo que no resulta extraño ver secciones de una revista impresas sobre rosa o sepia y con una tinta borrosa y difuminada a veces. Pero las series de más éxito perduran, recopiladas posteriormente en tomos que sí se coleccionan. Los tomos son libritos, habitualniente de unas 200 páginas, y su calidad responde a las exigencias del coleccionista y a las del paso del tiempo. En cada colección de tomos se recoge una sola serie. Las semejanzas entre el sistema europeo de revistas-álbumes y el japonés de revistazas-tomos es evidente. Sólo que, al parecer, los japoneses necesitan leer mucho más que los europeos.

Un mercado mareante

  En nuestro país estamos acostumbrados a concebir la historieta como una forma inferior y marginal de entretenimiento, sumida casi en la clandestinidad cultural y afligida por una e¡¡Sobacos de foton!!ndeblez económica crónica. Entre el desprecio de los intelectuales y la escasez de dinero, el que haya tebeos en nuestro país no deja de ser sino uno de esos actos de obcecada voluntad de una minoría, que asombrarían al mundo si los conociera. Afrontar con ese mismo prejuicio el panorama de las viñetas en Japón es andar justo en la dirección contraria. Despejen su mente y apréndanse la frase fundamental de memoria: Japón es el paraíso de los tebeos. La reserva natural de la especie. El país de la historieta. Si en Japón un joven quiere llegar a ser famoso, hacer una fortuna y convertirse en una especie de semidiós sobre la tierra, hacerse dibujante de cómics es una posibilidad tan buena como intentarlo por la vía del rock & roll. Los cómics llegan a todos los públicos. Hay tebeos para niños y para niñas, para chicos y chicas, para universitarios, para amas de casa, para oficinistas y para todos los gustos. Aunque a menudo una serie se concibe con un público potencial en mente, es fácil que acabe arrastrando a lectores que a priori no eran su objetivo. Por ejemplo, las revistas para chavales se han convertido en algunas de las favoritas de los jóvenes universitarios y profesionales, y los tebeos para niñas también tienen público entre los varones. En cuanto a géneros y temas que tocan, ninguno escapa a sus tentáculos: infantil, comedia, aventura, policíaco, deportes, samurais y ninjas, robots, ciencia ficción, romance, el mundo del trabajo y, por supuesto, porno. Estos son sólo algunos de los temas que oftece la historieta japonesa, y, por supuesto, es normal que se presenten mezclados e interrelacionados, o deformados y satirizados. Con ellos, el lector japonés ve plenamente satisfechas sus necesidades, hasta el punto de que el cómic extranjero apenas ha tenido presencia en las librerías japonesas. La porción de cómics americanos que se importan en Japón es tan insignificante que no merece casi ni la consideración de culto, y cuando hace años, al hilo de las histriónicas películas de Spiderman de los setenta se publicó una colección del arácnido en Japón, fue una versión autóctona dibujada por Ryoichi Ikegami (no nos debe sorprender esta "adaptación nacional", al fin y al cabo, en esa misma época en España se publicaban álbumes de Mazinger Z obra de Garmendia y Güell Cano, ignorando el tebeo original de Go Nagai). En cuanto a la producción europea, poco ha llegado, aparte de los cuatro títulos obvios (Tintín, El Incal, Los pasajeros del viento, RanXerox) y lo ha hecho en tiradas (sobre los 10.000 ejemplares) que, si bien parecen decentes para nuestro mercado, no dejan de ser marginales en el inmenso panorama nipón. Digamos que su ignorancia de la producción occidental ha correspondido adecuadamente a la que durante años han practicado los europeos y americanos con la japonesa.

La circulación de las revistas de cómic puede dar vértigo a algún editor español desprevenido. Una publicación modesta puede mantenerse con medio millón de ejemplares, pero el techo de las "grandes" está ya por encima de los seis millones de copias por número (en España llegar a los 20.000 ejemplares puede ser un sueño dorado y una pesadilla febril). Los tomos recopilatorios de series tampoco son mal negocio, sobre todo teniendo en cuenta que se reeditan numerosas veces y se venden a lo largo de los años. Una serie clásica ,siempre estará a la venta en las estanterías, como un clasico de la literatura estos lares, y las ventas acumuladas a lo largo de los años son inconcebibles. Pero no hace falta ser un clásico para acumular cantidades saludables. Uno de los últimos éxitos, Crayon Shinchan, de Yoshihito Usui (35 años), ha vendido ya más de 10 millones de copias de sus tomos desde su debut en l990.

Continua